top of page

El Paraíso,

el Espacio Exterior,

una foto de un lugar abierto,

el ruido que hacen las estrellas

y el que no nos dejan hacer.

El Paraíso,

el Espacio Exterior,

la única forma de entrar a un lugar.

El Paraíso,

el Espacio Exterior,

las cosas que nadie entiende.

(Fragmentos del poema “El Paraíso, el Espacio Exterior” de Mariano Blatt)

 

¿De qué nos habla la luz de una estrella que se extinguió hace años pero sigue brillando

en la oscuridad de la noche? ¿Cómo podemos pensar ese tiempo que ya ocurrió pero no

nos es dado a ver y cuya presencia es el recuerdo por adelantado de sí misma?

¿El espacio exterior es tal como documentan las fotos de los satélites?

¿Adónde nos lleva ese holograma de tiempo que recorta un punto blanco en lo negro del

cielo? ¿Es blanco? ¿Cuál es el color de la distancia de la luz? ¿Cuántos tiempos hay

ahora? ¿Qué tiempo le corresponde a un espacio que se repite al infinito?

¿Podemos crear nuestra temporalidad? ¿Cómo ordenar el tiempo? A partir de momentos

de suspensión del tiempo Daniela Vescovo fabrica en estas cinco obras nuevas marcas

de inscripción del tiempo. Elige materiales que llevan inscriptos procesos de producción

que son también temporalidades inscriptas sobre los materiales, como la chapa

galvanizada lleva la impresión de un metal sobre otro y el diálogo industrial, como el

neón lleva la huella de su uso publicitario pero encuentra en estas obras una plasticidad

que es tanto su flexibilidad -Vescovo hace esculturas de neón- como su disposición

como color pictórico: en la paleta de Vescovo no hay óleos ni acuarelas en las

concavidades sino haces lumínicos. ¿De qué modo? Se trata de la luz transformada en

material, en un material gaseoso como el que recorre el interior de los tubos del neón: la

luz dominada.

En el espacio exterior, un haz emitido por un cuerpo si no choca con nada podría

propagarse para siempre ¿Y es que podemos alcanzar esa infinitud previa a la materia?

¿O la luz convertida en material plástico ya se nos ofrece como eterna detención?

Como esas figuras ilusorias que pueden interpretarse unas veces de una manera y otra

de otra, Daniela Vescovo hace de la luz un material (un estado gaseoso) que a la vez

que ocupa el espacio se ofrece al atravesamiento de la mirada: un perímetro fluorescente

siempre a punto de comenzar un movimiento infinito. Como el de la luz en el espacio

exterior, hasta que encuentra un cuerpo que la detiene y nos la hace visible. ¿Hacia

donde se fuga la mirada que le entregamos a los haces y gases neónicos de Vescovo?

Un holograma, una sucesión de geometrías reflejadas al infinito o bien todo el conjunto

de los efectos ópticos generan incansables preguntas sobre los modos en que el tiempo

está en el espacio y el espacio en el tiempo. ¿Y cuál es el efecto al repetir una pregunta

“para siempre”?

¿Acaso un destello corta como un relámpago lo monocorde de la serie y vuelve legible

esa pregunta por primera vez, al generarse ese encuentro entre el movimiento de la luz y

la materia? ¿El choque entre la luz y la materia produce el relámpago y el trueno? Luz,

sonido y materia son justamente los materiales con los que Daniela Vescovo

experimenta en estas obras.

Victoria Cóccaro

bottom of page